Historia
Historia de la Red de Bibliotecas Municipales de Las Palmas de Gran Canaria
Los primeros pasos para el establecimiento de una biblioteca pública municipal en Las Palmas de Gran Canaria se dieron en 1860, culminando una campaña de prensa de años anteriores, especialmente desde el periódico “El Ómnibus”, que exigía la creación de un equipamiento de este tipo en la principal ciudad del archipiélago.
La corporación municipal, siendo alcalde Cristóbal del Castillo, nombró una comisión a la que encargó “poner en práctica la formación en sus casas consistoriales de una biblioteca pública y un museo de historia natural […], cuya falta es bastante sensible en esta población”. Para dotar de ejemplares a la incipiente biblioteca se solicitó la colaboración vecinal, entre 1860 y 1861 se reunieron más de mil volúmenes cedidos por la burguesía local.
Los primeros años de la nueva biblioteca municipal fueron complicados, ya que no se disponía de un espacio adecuado ni de personal cualificado para su gestión. El Ayuntamiento cedió los fondos de la biblioteca en 1869 al recién creado Instituto de Enseñanza Media de Las Palmas, con la condición de que mantuviera su carácter municipal y público. La biblioteca funcionó en su nuevo emplazamiento hasta 1876, año en el que se suprimió el centro educativo.
Tras la clausura del Instituto, los libros quedaron depositados en las Casas Consistoriales, no volviendo a cobrar cuerpo la biblioteca hasta que, en 1890, fue abierta de nuevo al público, esta vez con el nombramiento de un bibliotecario profesional: Juan Padilla y Padilla, que lamentablemente falleció al poco de su designación. Para conocer un poco el ideario de este ilustre pionero, veamos lo que escribía sobre las bibliotecas en uno de los primeros números de la Revista El Museo Canario:
«Las bibliotecas traen incalculables ventajas. En primer lugar, está a nuestra disposición un bibliotecario entendido, celoso, servicial y barato. Después, podemos examinar y consultar obras que no tenemos ni seríamos capaces de adquirir por mucho que ofreciéramos por ellas. Además, se nos da tinta y pluma para tomar las notas que queramos y se nos despide con la misma buena voluntad y finura con que hemos sido recibidos».
Curiosamente, el segundo bibliotecario municipal fue Pablo Padilla, hermano del anterior (ejerció entre 1891 y 1904). En esta etapa hay que destacar la ampliación del horario de la biblioteca a las primeras horas de la noche y a los días festivos, además se dotó al espacio de alumbrado, así como de un incremento de la plantilla, con la incorporación de José Batllorí como auxiliar. Reproducimos a continuación las palabras de Luis Doreste Silva que recordaba en un artículo de prensa, publicado en 1952, sus años mozos en la antigua Biblioteca Municipal de Las Palmas de Gran Canaria:
«Cada vez que me encuentro a Jordé me parece verle tal como le dejara en el instante de mi partida hacia la universidad. Imagen alegórica del enlace de nuestras adolescencias. Cuando montábamos juntos guardia a las puertas de la antigua Biblioteca Municipal, en el atrio del Ayuntamiento, apoyados en su balconcillo, entreteniendo el tiempo para poder subir al entresuelo, comentábamos los libros que leíamos hasta la aparición cansina del paternal señor Padilla, bibliotecario, a ratos gruñón, para nosotros rey mago de las ansias librescas, pues se consentía en confiarnos volúmenes negados a los imberbes, una “Divina Comedia”, un “Paraíso Perdido”, ilustrados por Doré. Éramos dos “pulguillas saltonas”, por lo menos, que no ratitas de bibliotecas».
El propio José Batllorí ocuparía la plaza de Pablo Padilla tras su muerte, ostentando el cargo de bibliotecario entre 1904 y 1922. Según un informe oficial de Batllorí fechado en 1911, la biblioteca constaba de 7.200 ejemplares, estaba abierta de 13:00 a 17:00 h y asistían a la misma unas 25 personas al día, aunque también se prestaban obras fuera del horario oficial de apertura. En cuanto a su estructura, estaba formada por 12 secciones: literatura, ciencias naturales, medicina, historia, geografía, agricultura, artes y oficios, teología, ciencias sociales, ciencias aplicadas, obras clásicas, revistas y periódicos, y enciclopedias.
En los años 20 del pasado siglo hubo algunas propuestas para instalar bibliotecas populares en determinados parques de la ciudad (San Telmo y Santa Catalina), así como para la creación de una biblioteca galdosiana que rindiera homenaje al insigne escritor grancanario, pero no tenemos constancia de que estas ideas se materializaran.
Al avanzar la década, la historia de la Biblioteca Municipal de Las Palmas de Gran Canaria se torna un tanto difusa y llena de obstáculos. Se barrunta la idea de su desmantelamiento, cosa que finalmente se produce en 1932, siendo sus fondos entregados en depósito a El Museo Canario.
El Museo Canario, sociedad científica fundada en 1879 por el Dr. Chil y Naranjo, se hizo cargo del depósito municipal comprometiéndose a mantener el servicio público y a conservar debidamente los ejemplares, pero con absoluta independencia a nivel administrativo, técnico y organizativo. En 1936, El Museo Canario se interesó por más de cuarenta volúmenes de gran valor bibliográfico que no habían sido depositados cuatro años antes y que se deterioraban en el edificio consistorial. Entre ellos podemos destacar el libro Rojo de Gran Canaria.
Recepción | LPA Bibliotecas
El libro Rojo de Gran Canaria
Manuscrito que reúne gran parte de las provisiones y reales cédulas otorgadas para Gran Canaria por los Reyes Católicos, la reina Juana, Carlos V y Felipe II. Esta compilación, integrada por copias de los documentos originales, fue cotejada por el escribano mayor Alonso de Balboa entre 1580 y 1583. Fue uno de los poquísimos documentos que sobrevivió al devastador incendio que se produjo en las Casas Consistoriales durante la noche del 29 de marzo de 1842 y que arrasó el histórico inmueble durante tres largas jornadas.
También se depositaron en los fondos de El Museo Canario cuatro incunables, denominación genérica que reciben los primeros libros impresos hasta el año 1500:
Bonifacio VIII. Liber sextus Decretalium. Impreso en Estrasburgo por Heinrich Eggestein entre 1470 y 1472. Contiene una compilación de las constituciones pontificales del papa Bonifacio VIII y sus sucesores.
Werner Rolewynck. Fasciculus temporum. Impreso en Venecia por Erhard Ratdolt en 1485. Compendio de historia universal muy difundido en su época.
Santo Tomás de Aquino. Quaestiones de duodecim quodlibet. Impreso en Toulouse por Heinrich Mayer entre 1485 y 1488. Texto teológico que sigue la pedagogía universitaria tomista.
Egidio Colonna. De regimine principium. Impreso en Venecia por Simon Bevilaqua en 1498. Tratado de política y moral escrito en el siglo XIII.
Habrá que esperar hasta 1946 para volver a tener noticias sobre bibliotecas de titularidad municipal en Las Palmas de Gran Canaria. En ese año se crean por Orden del Ministerio de Educación Nacional, con motivo de la Fiesta del Libro, sendas bibliotecas municipales en Las Palmas (Ciudad) y el Puerto de la Luz, aunque no entrarán en funcionamiento hasta 1947. La primera de ellas estuvo instalada en la planta baja de las Casas Consistoriales, pero luego se trasladó al grupo escolar “Cervantes”, en el barrio de Vegueta. La biblioteca del Puerto de la Luz se ubicó en lo que hoy es el CEIP Las Canteras, en el populoso barrio de La Isleta. La prensa local relataba en una crónica de 1951 lo siguiente:
«Es creencia general que en el centro de una capital es donde se desarrolla más ampliamente la vida ciudadana, pero en lo que se refiere a la lectura, en la nuestra no ocurre así. Si en el casco urbano, como decimos anteriormente, el promedio anual es de 1.200 lectores, en el Puerto de la Luz se eleva a casi el doble, predominando el elemento obrero y muchas mujeres y niños. Esto, a nuestro juicio, merece ser destacado, no solo porque demuestra un afán de leer en aquel importante sector de la ciudad, sino por el sacrificio que esto encierra para aquellos que acuden a la biblioteca municipal. La mayoría de la clase productora del Puerto se dedica casi exclusivamente a trabajos en industrias de todas clases, en contraste con la del centro de la ciudad, dedicada en su mayor parte al comercio. Pues bien, a pesar de lo rudo del trabajo, del agotamiento lógico de una larga jornada de esfuerzos, son precisamente aquellos obreros los que visitan con más asiduidad la sala de lectura que el Ayuntamiento tiene Instalada en el Grupo Escolar Generalísimo Franco.
Enumerar los títulos de las obras que posee una biblioteca, por muy modesta que sea, así como los autores de las mismas, no es tarea fácil, y menos aún destacar entre estos al filósofo, al literato, al novelista… Por ello, siempre dentro del reducido marco en que nos tenemos que mover al escribir estas líneas, vamos a exponer lo que nos ha dicho el que tiene a su cargo el funcionamiento de las bibliotecas que hoy posee nuestro Ayuntamiento:
—¿Con qué número de libros cuentan las dos bibliotecas municipales?
—Entre las de Las Palmas y Puerto de la Luz, unos cuatro mil en números redondos.
—¿Especialidades?
—Muchas, aunque no todas las que desearíamos. Se poseen libros de literatura clásica y contemporánea, de arte, historia, geografía, agricultura; obras científicas en general, libros de texto para estudio; novelas de diferentes tipos, etc., y además diferentes clases de revistas nacionales y extranjeras, de las que son tan aficionados los estudiantes de primer y segundo cursos, así como cuentos infantiles que son las delicias de los más pequeños.
—¿Qué autores son los más leídos?
—Parece que en esto influyen las distintas épocas del año. Así vemos, que en los nacionales, hay ocasiones en que se solicitan los libros de Pérez Galdós, Concha Espina y otros. En cambio, en otras se interesan por el Padre Coloma, Palacio Valdés, Azorín…
—¿Y de los extranjeros?
—En estos como en todo, hay de todos los gustos. Muchos piden las obras de Robert Louis Stevenson, Oscar Wilde, Somerset Maugham, Angela du Maurier, Louis Bromfield, Rudyard Kipling, hermanas Brontë y otros muchos.
— Entre los autores más leídos ¿Cuáles son los que más se destacan?
—Esta es una pregunta un poco difícil de contestar, por la diversidad de criterio de los lectores. No obstante, se puede afirmar que en lo que respecta a Las Palmas uno de los autores más preferidos en Pérez Galdós y de los extranjeros Maugham y Kipling. Pero en esto de la solicitud de títulos y autores influye de gran manera el “cine”.
— ¿El “cine”?
—Indudablemente. ¿Se acuerda usted de “Rebeca”, “Vinieron las lluvias”, “Lo que el viento se llevó”, “Al filo de la navaja”, “Pequeñeces”, “Agustina de Aragón” y otras muchas? Estas fueron obras que en librerías y en bibliotecas casi pasaban desapercibidas, quizás por su elevado coste o porque sus autores no eran todavía lo suficientemente conocidos, pero el solo hecho de haber sido llevadas a la pantalla bastó para que los lectores las solicitaran con ahínco, incluso haciendo “colas” como en cualquier taquilla.
— ¿Qué nos dice del tipo de novela policiaca?
—Tiene un gran ambiente entre grandes y pequeños. Casi puede decirse que es la más solicitada. Quizás influya en esto los momentos por que atraviesa el mundo. La gente —no cabe duda— prefiere distraerse con temas en los que su imaginación se aparte de los cotidianos problemas que nos ha dejado la postguerra».
En 1951 se crearon dos nuevas bibliotecas municipales en la capital grancanaria: Schamann y Escaleritas, que se ubicaron en dependencias de los colegios García Escámez e Isabel la Católica. Finalmente, en 1956 se fundaba otra biblioteca en el grupo escolar “León y Castillo” de La Isleta, también conocida como Santa Catalina. Estos equipamientos, al igual que los creados unos años antes, tenían espacios inadecuados y colecciones reducidas para una localidad que tenía en los años 50 del pasado siglo más de 150.000 habitantes.
La mayor parte de las bibliotecas municipales creadas a partir de la década de los cuarenta y cincuenta del siglo XX fueron desapareciendo de forma paulatina. Cuando la persona que se encargaba de la gestión (mayoritariamente maestros) fallecía o era trasladada, el equipamiento terminaba siendo clausurado y sus fondos (en el mejor de los casos) depositados en otros lugares. Con esta dinámica llegamos a los años 80 y principios de los 90, donde la ausencia de bibliotecas municipales en la capital era casi absoluta.
En 1994 se crea lo que podría considerarse el germen de la Red de Bibliotecas Municipales actual, con la apertura de diferentes agencias de lectura en las zonas más alejadas del centro urbano: Silvestre de Balboa (San Roque), Juan Millares Carló (Schamann), Baltasar Champsaur (Feria del Atlántico), Clavijo y Fajardo (Piletas), Blas Cabrera Felipe (Lomo Blanco) y Pancho Guerra (La Montañeta). Estos equipamientos estaban ubicados en locales sociales, centros cívicos o universidades populares y abrían entre semana de 16:00 a 20:00 h. Tras un parón por falta de personal, estas agencias volvieron a ponerse en funcionamiento en 1999. Ese mismo año arranca la Biblioplaya de Las Canteras, una biblioteca de verano en la que la ciudadanía podía disfrutar de la lectura y la cultura cerca del mar.
A partir de 2001 se puede hablar propiamente de una Red de Bibliotecas Municipales en la capital grancanaria, con un catálogo automatizado, fondos más amplios, ordenadores con conexión a internet y espacios distribuidos en casi todos los distritos de la ciudad. En ese año se inauguraron las bibliotecas municipales de Lomo los Frailes, Isabel la Católica, Cueva Torres, Calvo Sotelo y Jinámar, a las que se sumarían nuevas sucursales hasta llegar a las 10 que conforman la Red en la actualidad.
A finales de 2007 se pone en marcha la teleBiblioteca, un servicio municipal gratuito, pionero en el archipiélago, de préstamo de documentos a domicilio para personas usuarias de 70 años en adelante y/o con movilidad reducida temporal o permanente. La teleBiblioteca fue galardonada en 2022 con un Premio Rana otorgado por el Cabildo de Gran Canaria a través de la Biblioteca Insular al mejor proyecto inclusivo.
Entre diciembre de 2009 y enero de 2010 se establece la Red de Bibliotecas de Canarias (BICA). De carácter cooperativo, con la coordinación y financiación por parte del Gobierno de Canarias, reunió bajo un mismo paraguas técnico al propio Gobierno regional, a los cabildos insulares, a los municipios del archipiélago y a diversas entidades de gestión privada. Las Bibliotecas Municipales de Las Palmas de Gran Canaria fueron de las primeras en integrarse en el proyecto, sumándose al catálogo colectivo y al carné único, válido para cualquier centro bibliotecario de la Red.
En octubre de 2019, Las Palmas de Gran Canaria acogió el XXI Encuentro de Bibliotecas Municipales de Gran Canaria, que se celebró en el Museo Castillo de Mata bajo el lema “Construyendo el Sistema Bibliotecario de Canarias”.
A principios de 2020, justo antes del inicio de la pandemia de COVID-19, la Red de Bibliotecas Municipales de Las Palmas de Gran Canaria, reforzó su presencia en los medios sociales y actualizó su identidad gráfica corporativa. Durante el confinamiento se programaron numerosas actividades virtuales, entre las que podemos destacar el ciclo de narración oral “Miércoles de cuento”, a las que se fueron sumando otras propuestas como “Somos Galdós”, “La ciudad escrita” o “Con letra de mujer”. En el verano de 2020 tiene lugar la primera edición de “Ola de letras”, en el incomparable marco de la playa de Las Canteras, con numerosos talleres, actividades y espectáculos.
A finales de 2021 se aprueba el Plan de Bibliotecas (2022-2026), con el objetivo de transitar desde el actual modelo bibliotecario hacia nuevos y renovados espacios de promoción cultural que, aparte de ejercer su función básica esencial, se conviertan en agentes dinamizadores y puertas de acceso al conjunto de la oferta cultural de la ciudad. En este nuevo modelo juega un protagonismo especial la ciudadanía, como agente implicado en la construcción a través de metodologías participativas, de los procesos que fomentarán las bibliotecas como espacios de encuentro, creatividad, aprendizaje e innovación.
El 23 de abril de 2022 se inaugura la nueva ubicación de la Biblioteca Municipal Josefina de la Torre, un equipamiento moderno en pleno corazón de la playa de Las Canteras. El nombre otorgado a la biblioteca pretende rendir un merecido homenaje a una figura polifacética que destacó como artista, activista, actriz y escritora.
Referencias bibliográficas
CABRERA PERERA, A. (1982). Las bibliotecas de Las Palmas. Las Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad Interinsular de Cabildos de Las Palmas.
EL MUSEO CANARIO (2014). “El crecimiento de las colecciones documentales: el depósito del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria” (Pieza del Mes, octubre 2014).
HERNÁNDEZ SOCORRO, M.R. y LUXÁN MELÉNDEZ, S. (1988). “Las bibliotecas particulares como fuente para la historia de la cultura: la pequeña librería de D. Manuel Ponce de León, un artista canario del siglo XIX”. Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, n.º 1, pp. 273-336.
LUXÁN MELÉNDEZ, S. (1990). “Bibliotecarios de Las Palmas de Gran Canaria: (1860-1932)”. Aguayro, 188, pp. 33-37.
LUXÁN MELÉNDEZ, S. y HERNÁNDEZ SOCORRO, M.R. (1988). “La creación de una biblioteca municipal en Las Palmas 1860-1869: una página mal conocida de la vida cultural de la ciudad en el siglo XIX”. Anuario de Estudios Atlánticos, v. 1 (34), pp. 285-317.
ORIHUELA MILLARES, M.D. (2000). “Los incunables de la Biblioteca de El Museo Canario”. El Museo Canario, n.º 55, pp. 441-466.